Agradecimientos (I)

Hola, pequeña.

Es curiosa la vida, sin duda. Que estando en mitad de un viaje a Dublín tenga que parar a escribir estas líneas (y así entregar a tiempo una tarea que finaliza hoy de un curso de la UMA que estoy realizando) es ironía en estado puro.

Se trata de una carta de agradecimiento que debe ir dirigida a un amigo que ya no sea nuestro amigo o a alguien con quien hayamos tenido una fuerte desavenencia. Creo que no es raro que te esté escribiendo a tí.

No se trata de juzgarme a mi, ni a ti, ni tan siquiera juzgar la tarea o lo que en ella escriba. Debo centrarme en el momento presente y dejar que las palabras fluyan.

¿Por dónde empiezo? Hay tanto que agradecer, supongo... Tantas risas, tantas caricias, tantos abrazos, tanto aprendizaje conjunto. Agradezco todo lo que me has enseñado, y agradezco todo aquello que no fui capaz de ver y ahora veo. Agradezco el dolor, agradezco tu ausencia, agradezco el duelo, agradezco el reto.

Agradezco el haberte perdido, para poder encontrarme. Agradezco lo que hemos compartido. Tu batalla constante por alcanzar un imposible, por tirar del barco, por aguantar tempestades ocasionales. Agradezco tu calma infinita, tu saber estar, tu madurez.

Agradezco cada silencio como señal de todo aquello que no funcionaba, aunque hubiese agradecido más la voz, el grito, la comunicación, la palabra... Pero hoy no se trata de las expectativas que tuve, que tuviste, que tuvimos. Las expectativas son juicios, son nuestra responsabilidad y no la del otro.

Hoy sólo toca hacerse fuerte, aprender... Y darte las gracias.

Agradezco que estuvieses ahí siempre. Agradezco el tiempo que te tuve cerca. Agradezco el haberte conocido y doy gracias por haberte tenido tan dentro. Agradezco que me dejaras entrar en tu vida, y agradezco que me dejaras estar en ella tantos años.

Te doy las gracias por haberme mostrado qué clase de hombre quiero llegar a ser, y aunque el camino dista de ser fácil, merece la pena. Merece la pena convertirse en alguien mejor, mirar atrás y agradecerlo a quienes dieron el empujón para que así fuera, por mucho que la decisión final de cambiar o no cambiar dependa única y exclusivamente de uno mismo.

Agradezco cada amanecer a tu lado, y agradezco cada mensaje sincero que hayas sido capaz de transmitirme directa o indirectamente. Agradezco tu valentía y agradezco que no hayas jugado con mis esperanzas en ningún momento. Agradezco que me dejaras marchar a una vida nueva. Ni mejor, ni peor. Diferente.

Agradezco haber sido capaz de llegar a tu corazón, haber tenido entre mis brazos a una persona de paciencia eterna, un corazón cristalino que merece ser cobijado y resguardado de los inviernos fríos, que merece ser querido y respetado; una mente soñadora y mágica, llena de historias fantásticas que contar y que ya casi nadie valora. Agradezco la simplicidad de tus pensamientos, tu forma de buscar no complicarte la existencia y tu capacidad de esfuerzo en todo aquello que te interesa.

Agradezco tu risa y tu sonrisa, siempre hermosa, pura y llena de vida. Incluso en los peores momentos de tus propias circunstancias, jamás dejaste de buscar la alegría en tu alma.

Te doy las gracias por querer hacerme mejor persona, por haber desterrado viejos fantasmas de mi corazón a base de constancia, amor incondicional y lucha infinita.

Te agradezco haberme amado y te agradezco el haberme odiado. Te agradezco la pena y la alegría. Te agradezco las experiencias y las vivencias, las anécdotas y las noches en vela que sin tí, no habrían tenido el mismo significado ni el mismo sentido.

Agradezco el profundo infinito de sensaciones que tu recuerdo me hace llegar.

Te doy las gracias por no haber intentado cambiarme, si no hacerme ver aquellas cosas que por mi bien, por mi mismo y por nadie más, debería modular.

Te doy las gracias desde el olvido, que no es un lugar triste o penoso... Es simplemente, un lugar más que se debe conocer y pasear a lo largo de la vida.

Agradezco cada sensación que aportaste y que sigues aportando a mi vida, porque independientemente de su tonalidad agradable o desagradable, me hacen sentir vivo y me demuestran que lo ocurrido fue real.

Agradezco por tanto la realidad que compartimos, porque nadie sabe si pudo o podría ser mejor, pero sí tengo por seguro que fue saboreada contigo.

Y eso es lo que importaba, lo que importa y lo que importará.

Te doy las gracias por un presente diferente que no imaginaba, pues sólo aquí encontraré la verdad que llevaba tiempo oculta bajo gruesas capas de comodidad, inseguridad y ceguera.

Gracias por todo. Gracias por nada. Por la luz y por la oscuridad. Por el ayer y por el mañana. Por lo bueno y por lo malo. Pero sobre todo y ante todo...

Gracias por quererme.

Gracias, pequeña.